miércoles, 10 de octubre de 2012


LA DIDÁCTICA  DEL LENGUAJE


 

La didáctica del lenguaje tiene como objetivo verificar en la práctica las teorías más eficaces para que los niños aprendan su lengua de origen, y en su caso, una segunda lengua; la perfeccionen y puedan utilizarla de la manera más amplia y rica posible, aprovechando todos sus recursos. Se ocupa entonces de elegir el modo más adecuado de aprender a leer y escribir, y de mejorar el proceso de la lecto escritura, con el fin de que el sujeto pueda comunicarse del modo más efectivo en los diferentes contextos que lo requieran. En un estadio más avanzado, es sumamente importante fortalecer la lectura comprensiva y crítica, y la argumentación fundada.

No debe olvidarse que el lenguaje es un sistema de símbolos, adoptados en forma convencional, y por lo tanto, las palabras solo adquirirán significación en relación al objeto que designan. Es importante por lo tanto que las palabras se asocien a la representación del objeto para que cobren sentido, especialmente en la etapa preescolar y el primer año de la escuela primaria. Las imágenes visuales y atractivas estimulan el aprendizaje del alumno.

No debe olvidarse que el lenguaje es un sistema de símbolos, adoptados en forma convencional, y por lo tanto, las palabras solo adquirirán significación en relación al objeto que designan. Es importante por lo tanto que las palabras se asocien a la representación del objeto para que cobren sentido, especialmente en la etapa preescolar y el primer año de la escuela primaria. Las imágenes visuales y atractivas estimulan el aprendizaje del lenguaje, y esto es muy común de observar en los niños que empiezan a reconocer las palabras, que intentan hacerlo en cuanto cartel encuentran en las calles.

En el aprendizaje de la lengua se han intentado varios métodos, el alfabético y tradicional que formaba palabras a través de aprender letras, luego sílabas y después palabras; el silábico (combinando sílabas); el fonético que apuntaba al sonido de las vocales representados en los fonemas; el global (que trata de que el niño entienda lo que lee o escribe, como el caso citado de mostrar dibujos de lo que las palabras representan); el de la palabra generadora (de la que se parte para construir otras nuevas). Finalmente el método psicogenético, propugna que el niño puede descubrir por sí mismo cómo leer y escribir, guiado por el adulto, y siguiendo una estructura evolutiva común. Este último método requiere más tiempo para llegar al resultado esperado.

Una vez que el niño se ha alfabetizado, las intervenciones para enriquecer los usos de la lengua oral y escrita, dependerán de su propia motivación y de la estimulación familiar y escolar. Introducir el hábito de la lectura, de disfrutar de ella, el uso del diccionario, el gusto por transmitir sus pensamientos y emociones a través de los recursos que proporciona el lenguaje expresivo, interpretar consignas, son intervenciones didácticas que ayudarán a un pleno desarrollo del lenguaje.


Como futuros docentes es preciso que nos detengamos en la función de la escuela y del maestro en el desarrollo de la competencia comunicativa y lingüística de los alumnos, para encontrar caminos tendientes a su desarrollo. En este proceso, es importante tener en cuenta que en la búsqueda de caminos nunca se parte de cero. Cada uno de nosotros posee representaciones vinculadas con particulares contextos de socialización primarios y secundarios. Por ello, es preciso no sólo ensamblar teoría y práctica sino reflexionar críticamente sobre los propios procesos de aprendizaje de la lengua. Es necesario, entonces, detenerse a analizar las representaciones propias pues las mismas no sólo constituyen el punto de partida de nuestros aprendizajes sino que, con seguridad, influirán decisivamente en nuestras acciones futuras.

Cada disciplina tiene sus procesos lógicos internos para acceder y generar nuevo conocimiento. En el que enseñar ya hay partes del cómo por lo tanto, a la hora de enseñar hay dos niveles: cómo enseñar y qué enseñar. En el Área de Lengua tanto el qué como el cómo enseñar han sufrido modificaciones a lo largo de la historia. Y, por lo tanto, el papel de la escuela y del maestro ha variado desde la antigüedad hasta nuestros días. Francisco Rincón (1998) señala que hasta 1990 la enseñanza de la lengua se basaba en sólo dos métodos: el retórico y el historicista. El primero, centrado en la lectura,

NOMBRE
GRUPO
CORREO
María Elvia Salazar
Quinto
marelsa140@gmail.com
Sandra Yaneth Chica
Segundo
Luz Estella Vallejo
Segundo
lvallejotoro@gmail.com

enseñaba a hablar y a escribir a través de todos los recursos textuales con el propósito de que éstos, luego, fueran usados con solvencia. La importancia de la Gramática en este modelo era más bien pobre.

En el marco historicista, hasta los años 60 la lengua era considerarla como materia de conocimientos, como un conjunto cerrado de contenidos que había que analizar, memorizar, aprender..., se sabía más lengua cuanto más gramática se sabía. La principal crítica a este enfoque consiste en advertir que el énfasis puesto en las palabras o en la oración, ignora por completo que los hablantes de una lengua no se expresan en palabras u oraciones sueltas, sino en textos. A partir de los años 60, la Lengua comenzó a considerarse con una visión funcionalista y comunicativa, que considera que lo importante es poner el énfasis en el su uso. Por ello deja de considerarse sólo como un sistema contenidos para pasar a ser un medio de comunicación el medio más importante para comunicarnos. Desde este punto de vista, a partir de la implementación de la Ley Federal de Educación, considerando que las competencias comunicativa y lingüística constituyen la base de un desarrollo personal, cultural, intelectual y científico adecuado, se ha planteado la necesidad de abordar la enseñanza de la lengua como vehículo pedagógico y comunicativo. En este marco, el lenguaje debe ser algo vivo al servicio de las vidas de las personas y su aprendizaje realizarse en contextos funcionales, en situaciones de interacción con auténticos y variados materiales. Por otra parte, desde hace ya varios años, es sabido que si bien la escuela debe enseñar conceptos su tarea fundamental radica en proveer procedimientos para el aprendizaje, para el saber, para el saber hacer, para el saber ser. Ello supone el desarrollo de las llamadas "basic skills" -competencias básicas-.

¿Qué son las competencias? Las competencias incluyen un saber hacer, con saber y con conciencia de lo que estoy haciendo. Entre estas competencias básicas se encuentra la competencia comunicativa que supone mucho más que saber leer y escribir. La misma incluye un conjunto de capacidades de cada individuo que se modifican permanentemente y se relacionan con: qué decir, cuándo decirlo, cómo decirlo, a quién decirlo, dónde decirlo y también con cuándo callarse y cuándo oír (Lyons: 1978).


Como afirma Bourdieu (1981), esta competencia se relaciona con la posibilidad de producir frases oportunas y con un propósito definido. Esta idea de competencia comunicativa se enmarca en la noción de competencia comunicativa introducida por Dell Hymes (1972), quien se refiere a la habilidad de los hablantes nativos para usar los recursos de su lengua de modo no sólo lingüísticamente correcto, sino también, socialmente apropiado.

 La competencia comunicativa se manifiesta tanto en la oralidad como en la escritura cuyas características difieren entre sí. La primera no comparte los mismos principios de la corrección escrita. Por ejemplo, mientras el enunciado incompleto es una característica de la lengua oral que no puede ser considerado como error porque se sustenta en presupuestos compartidos por los interlocutores; sí es exigible en ella la adecuación al contexto, la selección adecuada del registro, la capacidad de negociación y de cooperación entre los hablantes. Teniendo en cuenta este concepto de competencia comunicativa, el objetivo primordial de la enseñanza de la Lengua en la escuela debe ser proporcionar a los alumnos la información, la práctica y la experiencia necesarias para comunicarse eficazmente en su lengua materna tanto en forma oral como en forma escrita. Esto supone un enfoque comunicativo funcional que incluya el uso del conocimiento adquirido en situaciones reales de comunicación. Desde el enfoque funcional y comunicativo, los usos sociales de la lengua, se concretan en cuatro: escuchar, hablar, leer y escribir; contextualizados en una gran variedad de géneros discursivos, orales y escritos: exposiciones académicas, debates, informes, entrevistas, reseñas, asambleas, cartas, narraciones, autobiografías, reglamentos… Lomas, Osoro y Tusón (1992) desde considerar que la finalidad básica de la enseñanza lingüística supone tomar como referencia principal el concepto de competencia comunicativa del aprendiz,



entendida como el conjunto de procesos y conocimientos lingüísticos, sociolingüísticos, estratégicos y discursivos que se ponen en juego para producir o comprender discursos adecuados a la situación, al contexto de comunicación y al grado de formalización requerido, señalan que “la finalidad principal de la enseñanza de la lengua materna sería el desarrollo de las capacidades comprensivas, expresivas y meta comunicativas del alumnado. Es decir ofrecerle al alumnado los recursos de expresión y comprensión, y de reflexión sobre los usos lingüísticos y comunicativos, que le permitan una utilización adecuada de los diversos códigos lingüísticos y no lingüísticos disponibles en situaciones y contextos variados, con diferente grado de formalización o planificación en sus producciones orales y escritas”.

De lo enunciado anteriormente, se desprende que es función de la escuela orientarse a la mejora del uso del lenguaje como herramienta de comunicación y de representación y a contribuir desde el aula al dominio de las destrezas comunicativas más habituales (escuchar, hablar, leer y escribir) en la vida de las personas. Intervenir en un debate, escribir un informe, resumir un texto, entender lo que se lee, expresar de forma adecuada las ideas, sentimiento o

fantasías, disfrutar de la lectura, saber cómo se construye una noticia, conversar de manera apropiada, descubrir el universo ético que connota un anuncio o conocer los modos discursivos que hacen posible la manipulación informativa en televisión: son algunas de las habilidades expresivas y comprensivas que es necesario aprender en nuestras sociedades si deseamos participar de una manera eficaz y crítica en los intercambios verbales y no verbales que caracterizan la comunicación humana En este contexto, el desarrollo de la competencia comunicativa debe formar parte del proyecto curricular de Lengua de la escuela lo que implica no sólo plantear algunas líneas de acción en relación con el abordaje de la mencionada competencia sino entender que el uso de la lengua en el escenario comunicativo del aula es un pilar esencial a la hora de adquirir diferentes aprendizajes y, por tanto, la organización de la clase necesita favorecer el intercambio entre todos sus actores: docentes y alumnos. En otros términos, es fundamental que cada institución realice un proyecto lingüístico propio que


considere el desarrollo de la competencia comunicativa de los niños y que, además, se sustente en un consenso metodológico en el que intervengan todos los docentes, para asegurar que en los diferentes grados se considere la comprensión y producción de variadas clases textuales y el desarrollo de las capacidades de expresión y producción, o sea el desarrollo de habilidades textuales estratégicas y lingüísticas. El proyecto curricular de Lengua tiene, también, que ofrecer respuestas educativas adecuadas a las necesidades de los alumnos y a las características del contexto sociocultural en el que se inserta la escuela a partir de programaciones didácticas, elaboradas en base a coherentes decisiones pedagógicas que deberán contemplar no sólo las actividades de enseñanza del maestro y de aprendizaje de los alumnos, sino también tener en cuenta en qué momento, de qué manera, con qué objetivos, con qué contenidos, con qué materiales didácticos se va a organizar el escenario comunicativo del aula, y también qué, cómo y cuándo evaluar a lo largo del año o del ciclo (C. Lomas, 1999). En la elaboración de este proyecto, los docentes necesitan seleccionar aquellos contenidos lingüísticos que ayuden a desarrollar la competencia comunicativa de los alumnos y ordenar y graduar sistemáticamente esos contenidos en relación con los saberes y las destrezas que pretenden que los niños adquieran en el aula. Un modelo didáctico, destinado al desarrollo de la competencia comunicativa, debe tener en cuenta tanto lo comunicativo como lo metodológico - qué enseñar y cómo enseñar - y considerar que:


1. El texto es la unidad fundamental de comunicación.

2. Los usuarios de la lengua poseen múltiples conocimientos, aparte de los estrictamente lingüísticos, que les permiten actuar en la comunidad a que pertenecen, es decir, los aspectos pragmáticos de la comunicación, que tiene en cuenta la lengua con relación

al uso social que hacen de ella los hablantes.

3. Los procesos cognitivos de adquisición y desarrollo del lenguaje están íntimamente ligados a los contextos de producción y recepción.

De lo dicho se desprende que, el docente debe tener en cuenta los aportes de la Lingüística, la Sociolingüística y la Psicolingüística para poder enmarcar la enseñanza de la Lengua en el enfoque comunicativo y generar clases contextualizadas en las que los alumnos intervengan activamente en su aprendizaje: aprendan haciendo lo que tienen que hacer en la escuela; vean hacer y hagan. Ya no interesa que adquieran conceptos, sino capacidades: el alumno tiene que saber leer, criticar y valorar textos, a la vez que, producirlos. Promover y acompañar procesos destinadas al logro de la autonomía creciente en el uso del lenguaje verbal, tanto como medio de comunicación como de representación de la realidad, supone la construcción compartida de conocimientos mediada por un intercambio verbal que posibilite el establecimiento de relaciones y actividades en las aulas, el intercambio de ideas y el desarrollo de capacidades. “ … La actividad en el aula, examinada en términos globales, debe regirse por un modelo de enseñanza no transmisivo acorde con un modelo de aprendizaje compartido que permita explorar, reconocer, formular hipótesis, buscar información, poner en marcha procedimientos de organización de la información, reestructurar el conocimiento mediante aproximaciones sucesivas al saber y elaborar estrategias de almacenamiento y comunicación del conocimiento adquirido” (Ortells i Renau, T, 1996:122) El docente debe crear un clima que facilite el intercambio verbal, dé lugar a formular preguntas que hagan posibles análisis objetivos y estructurados y, a la vez, abran las puertas a nuevos interrogantes. Un intercambio verbal destinado a mediar pedagógicamente debe posibilitar tanto el análisis (observar, comparar, secuenciar,..) como la elaboración de planes de acción con actividades, recursos, tiempos, modalidad de agrupación del alumnado, responsabilidad en las tareas, etc. La enseñanza de la lengua, vista desde esta perspectiva, redimensiona el papel de la escuela y de los maestros y establece nuevos retos claros y precisos: el trabajo sobre funciones cognitivas y operaciones mentales, a través de la mediación y del diseño de situaciones de aprendizaje funcionales y contextualizadas que avancen de:

·         lo más concreto a lo más abstracto.

·         lo más simple a lo más complejo.

·         lo familiar a lo desconocido.


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